miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cada persona es una historia

Después de la excursión del otro día, acompañé a Isa a su casa ya que tenía que recoger unos paquetes que había dejado allí. Cuando estábamos en el tren camino a Rimini, me preguntó si estaba tranquilo, a lo que yo le respondí que sí, que por qué no iba a estarlo. Entonces me confesó que sentía la necesidad de hacer algo, algo más importante que limitarse a dejarse llevar por la sociedad, cambiar el mundo, dejar huella.

Camino a casa con la ropa aún húmeda de la travesía, nos cruzamos con un vagabundo Italiano, entonces fue cuando sucedió, Isa se acercó y le preguntó si quería comer, mostrándole el bocadillo que aún llevaba en la maleta. Lo único que buscaba era dinero para comprar su "felicidad en vena" así que seguimos andando. A pesar de no tener un final feliz, el acto de Isa me marcó, bastante más de lo que pensaba.

Unos días más tarde salía del supermercado, tan solo compré 1 kg de naranjas por 0,99€. De camino a casa me encontré con un homeless (como les llamo yo) y le ofrecí una naranja que me acepto con un sonriente Grazie!!!.

La sensación fue genial, me fui contento, pensativo y sabiendo que después de todo, Isa había conseguido lo que buscaba, dejar de algún modo huella, por lo menos en mí.



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