viernes, 22 de abril de 2011

Napoli

Esta vez simplemente nos tuvimos que apuntar a un viaje que ya estaba organizado por la "Eseg" una asociación de Erasmus en Bologna que suele realizar actividades para quien se quiera apuntar y conocer gente nueva, el destino era Nápoles una de las ciudades mafiosas de Italia, esperaba tiroteos, gente muerta en las aceras y que al bajar del autobús nos dieran una pistola a cada uno para defensa personal pero no fue así, lo único que se repartió allí fueron folletos con información y algún que otro relajante muscular para las 8 horas de trayecto en guagua que nos esperaba, mi cena había sido copiosa y las primeras horas lo pase un poco mal hasta que conseguí quedarme dormido, por suerte habíamos elegido los mejores sitios de la guagua (con mesa incluida).

Cuando llegamos a Nápoles la primera impresión fue de suciedad, basura amontonada por los lados de las calles consecuencia del mal uso o la falta de vertederos, supuestamente la mafia esta detrás de todo ésto. La imagen fue mejorando poco a poco después de dejar las cosas en el hostal y pasear a lo largo de la avenida donde podíamos ver como los pescadores llegaban a puerto y vendían allí toda su mercancía fresca, un lujo para cualquier paladar.


Seguimos caminando hasta llegar al Castel dell'ovo, un castillo donde cuenta la leyenda que existe un huevo mágico escondido en las fundaciones del castillo, sin este huevo mágico, la fortaleza se destruiría y ocurrirían catástrofes en Nápoles.



El hambre apretaba y fuimos a la Piazza Plebiscito donde está la Basílica de San Francisco de Paula, allí almorzamos y disfrutamos del espectáculo que nos brindo un señor con su bongó, intimidando a cualquiera que invitaba a bailar menos a unas Francesas que desde el principio se animaron y dieron mucho juego al viaje.



Ese hombre había estudiado marketing se olía desde lejos, consiguió que la mayoría le comprasemos una pulsera a cambio del buen rato que nos había hecho pasar, todos menos Luis claro, a el no le salía rentable. La cara de los demás pakistaníes era de foto, minutos antes habían estado rondado y nadie les hacía ningún caso, ahora seguramente se hallan apuntado todos a clases de bongó, la táctica de dar pena ya estaba muy vista.

Después de eso fuimos a otro castillo casi en el centro de Napoli donde tuvimos que esperar fuera durante dos horas para ahorrarnos 2,50 €, así somos los Erasmus. Nos querían hacer subir por las escaleras con la escusa de que el ascensor se trancaba, solo con gente joven al parecer, obviamente nos separamos del grupo respetuoso y los desgraciados subimos por el ascensor (Mamá, yo no quise, me obligaron). Desde el castillo se podía ver perfectamente el Vesuvio y toda Nápoles, tenia unas muy buenas vistas.


En la ciudad era todo muy caótico, tiendas en calles estrechas, coches, motos, niños con pelotas, gente con prisa, era absolutamente estresante hicimos un recorrido rápido por ella ya que se nos echaba el tiempo encima y debíamos coger el metro antes de que se nos caducara el ticket de hora y media.

Al llegar a metro ya era demasiado tarde, el ticket ya no valía, pero aún así nos adentramos con la esperanza de que el revisor no estuviera, incrédulos nosotros. Nos montamos alrededor de 70 en un vagón, solo teníamos que esperar 4 paradas para salir airosos de dicha misión, una pena que el revisor se subiera en la segunda. Cuando lo vimos empezó la avalancha de gente para un lado y otro del metro, 70 personas huyendo  del revisor como si nos estuviera persiguiendo Steven Seagal en "Alerta Máxima 2". Vagón por vagón avanzábamos e iban pasando las paradas hasta que ya fue irremediable, ya no teníamos escapatoria estábamos en el último vagón y el revisor también, se acercó a nosotros lentamente, se respiraba tensión en el ambiente hasta que sacó con una sonrisa y misteriosamente nos dejó pasar, creo que redactar 70 papelitos de multa no compensaba, lo habíamos conseguido.

Esa noche estábamos muy cansados, solo fuimos a cenar a contrarreloj una mini pizza que estaba incluida en el precio del viaje y luego al hostal a descansar ya que al día siguiente tocaba visitar el Vesubio y Pompeya, dos lugares unidos por una trágica historia que supongo que todos conoceréis.





Las visitas estuvieron muy bien y Pompeya era impresionante, el Vesubio no me impresionó tanto, en Gran Canaria también tenemos alguna que otra caldera pero sin olor a azufre. La vuelta a casa en autobús fue animada, contando chistes, cargándonoslos también, en fin, un trayecto donde predominó la gracia gaditana y los chistes malos de los canarios.

Por la noche tocaba sangría, más de 60 litros para meter en vena todo el alcohol (y el azúcar) que nos había faltado esos días, vaso va , vaso viene, se empezó a notar los efectos y algún "gracioso" no se le ocurrió otra cosa que vaciar un extintor en mitad de nuestra planta. Los claros sospechosos eramos 7, no sabemos aún por que pero todos los monitores italianos nos acusaban entre broma y broma para intentar sacarnos información. Juzguen ustedes.


Uno de los presentes en la foto sucumbió al poder del alcohol, ya le habían dicho que un gran poder conlleva una gran responsabilidad y cuando se puso su careta de Spiderman, se transformó pero esta vez no en un superheroe sino en un borracho que fue llevado a su habitación arrastrando de los pies. Quiero que os imaginéis la escena, un tío o mejor dicho un cuerpo, siendo arrastrado por todo un pasillo de las piernas con una careta de Spiderman puesta. Habíamos subestimado el poder de la sangría.

La mañana siguiente con la resaca encima marchamos dirección a Capri, una hermosa isla situada en el mar Tirreno en el sur del golfo de Nápoles, caminamos durante horas y visitamos playas, hacía tiempo que no nadaba en el mar, por lo que me hizo mucha ilusión.





Hicimos una excursión en barco realmente impresionante, donde rodeábamos la isla y descubríamos unos parajes realmente maravillosos.



Regresamos a Napoli anocheciendo, suerte que habíamos comprado Vodka para la noche, por culpa de el extintor habían cancelado una fiesta con Dj que pretendían realizar dentro del hostal así que lo único que podíamos hacer era beber y jugar al futbolín, beberse 1 de Absolut y 2 de Nisu nos iba a pasar factura, vaya que si, pero era la última noche y había que disfrutarla.

A la mañana siguiente vómito y puesta en marcha, nos tocaba un paseo en guagua de una hora y media hasta llegar a unos jardines y luego volver a Bologna es decir, 8 horas en autobús. Con la resaca que yo llevaba era la peor pesadilla posible, solamente con estar quieto ya me mareaba, al llegar a los jardines iba medio muerto,    me intentaba concentrar para no vomitar y que se me pasara el mal estar, gracias a dios que tras almorzar la cosa fue a mejor.

Era la hora de volver a casa, montarme en el autobús ya me producía arcadas, el "chófer" me dio un respiro cuando se chocó contra un pilar del aparcamiento, esos minutos salvaron mi vida,  me recompuse poco a poco y conseguí relajarme y dormirme hasta llegar a Bologna.



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